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Polinesia Francesa: envases biodegradables fabricados con fibras vegetales

Ayana Champot, fundadora de Biobase Tahití, nos dio una calurosa bienvenida en su casa con vistas a la ciudad y a Moorea, su isla natal. Junto con su socia Loteve Mendiola, ha creado su propia empresa de envases y recipientes de fibra vegetal, utilizando caña de azúcar, piña, plátano y hojas de palma.

Ayana ha encontrado una ingeniosa forma de reciclar los residuos orgánicos de los agricultores locales: recupera todo lo que está destinado a la basura.

Historia de Biobase Tahití

En 2021, como consecuencia de la pandemia de Covid-19, las importaciones a la Polinesia Francesa se han ralentizado considerablemente y los suministros han disminuido mucho, lo que ha provocado una falta de recursos en varios sectores económicos.

Muy concienciada con su entorno y la contaminación de los océanos, Ayana aprovechó la oportunidad de crear un producto 100% ecológico para hacer frente a la escasez de materiales de envasado en la región insular y convertirse en la pionera de los envases biodegradables en Tahití.

«Desde que era pequeña, mis padres siempre me han enseñado a recoger la basura de las playas. A medida que crecía, veía todos los estragos que la contaminación podía causar a nuestro alrededor y en nuestra ‘fenua’, nuestra tierra como decimos en tahitiano. Por eso decidí crear mi propia empresa de envases ecológicos de fibra vegetal. Si una de nuestras cajas o bolsas acaba en el mar, alimentará a los peces en lugar de matarlos». Ayana Champot, Biobase Tahití.

Producción familiar y tradicional

Por el momento, los envases de Biobase Tahití se fabrican a mano en casa de Ayana y su marido, desde que se reciben las fibras hasta que se elaboran los productos. El primer paso consiste en triturar las fibras vegetales y mezclarlas con agua en una batidora. El resultado es una pasta espesa de color marrón que hay que extender sobre un colador para escurrir el exceso de agua.

A continuación, las hojas fibrosas deben secarse durante varias horas al aire libre. Una vez secas, se pueden cortar y doblar en diversas formas para hacer bolsas, cajas, tarjetas de visita e incluso etiquetas para botellas.

Ayana y Loteve están decididos a hacer crecer su pequeña empresa. Dentro de unas semanas, se trasladarán a un espacio más grande para instalar maquinaria más especializada en la fabricación de su producto. La adquisición de estas máquinas les permitirá optimizar su tiempo y bajar sus precios para ser más competitivos.

Por el momento, los envases de fibra vegetal se venden a una clientela de gama alta, que incluye empresas privadas, hoteles y acontecimientos especiales como bodas. Ayana tiene previsto diversificar su gama con productos que puedan adaptarse a la industria alimentaria.

Ayana y Loteve son un dúo inspirador que ha perseverado y creído en su proyecto, incluso cuando muchos no lo hicieron:

«Al principio tuve que hacer muchas pruebas con las distintas fibras para encontrar la combinación perfecta. Mucha gente a mi alrededor no creía en ello, pero perseveramos y por fin dimos con la fórmula adecuada. Hoy estamos orgullosos de poder decir que nuestros productos cumplen las normas de calidad más exigentes del mercado y, además, son 100% biodegradables». Ayana Champot, fundadora de BioBase Tahití.



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