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Fiyi: turismo, cocos y contaminación plástica

En el corazón del archipiélago de Fiyi, famoso por sus 333 islas y 550 islotes paradisíacos bordeados de palmeras y complejos turísticos de lujo, se esconde una realidad completamente distinta: la gestión de residuos.

Para entender mejor lo que ocurre entre bastidores, el equipo de Plastic Odyssey se calzó las botas de explorador y visitó el interior de Fiyi, sumergiéndose en un paisaje de contrastes.

Botellas de plástico recogidas por toneladas

En Lautoka, la segunda ciudad más grande de Fiyi, un vertedero al aire libre coexiste con un pueblo de basureros. Las casitas de hojalata albergan a más de 200 residentes venidos de todo el país para recoger el plástico con el que ganan unos céntimos.

Sólo se reciclan las botellas de Coca-Cola y Fiji Water. Gracias a la asociación Mission Pacific Fiji, los recolectores informales reciben 5 céntimos por cada botella devuelta a la fábrica. Los tapones de corcho y otros plásticos que podrían reciclarse se acumulan y obstruyen los vertederos, ya saturados.

Un trabajo difícil

Entre los recolectores hay mujeres mayores, como Asinate, con más de 35 años de experiencia en este campo, trabajando en condiciones difíciles, clasificando residuos entre montañas de basura sucia.

Ante esta realidad compleja y arraigada, la Pacific Recycling Foundation (PRF) y Waste Recyclers Fiji Limited (WRFL) intentan encontrar soluciones para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores informales.

Un encuentro privilegiado

El fundador del PRF, Amitesh Deo, y su equipo viajaron desde la capital a Marina Denarau para encontrarse con la Plastic Odyssey. La misión de la fundación es defender y apoyar los intereses y derechos de los recolectores implicados en la recogida de materiales reciclables y sensibilizar al público sobre la clasificación y el reciclaje.

Durante las conversaciones, Amitesh hizo hincapié en un punto muy importante de su planteamiento: no perjudicar aún más a las comunidades locales y al medio ambiente al poner en marcha un nuevo proyecto o un nuevo modelo.

Por eso los proyectos actualmente en marcha en la región son sobre todo de sensibilización y clasificación. Una de las iniciativas de la Fundación es «Recycle on the go», cuyo objetivo es formar embajadores del medio ambiente, con especial atención a grupos marginados como las mujeres y la comunidad LGBTQ+. El Recycle-Hub es también un proyecto piloto para instalar contenedores de reciclaje por todo Fiyi, donde la gente no separa sus residuos muy a menudo.

Talleres a bordo de Plastic Odyssey

La escala de Plastic Odyssey en Fiyi también reunió a diversas partes interesadas, desde el turismo hasta las autoridades locales, unidas en la lucha contra la contaminación por plásticos. También descubrimos que algunos grupos hoteleros, como Tanoa Hotels, ya han puesto en marcha iniciativas de clasificación para recoger el plástico reciclable y confiárselo a Waste Recyclers Fiji Limited, pero siguen siendo solo botellas de PET de las marcas mencionadas. En cuanto a Turismo Fiyi, están creando campañas de concienciación y acuerdos con los cruceros para recuperar los residuos generados por los turistas.

Grandes retos

A pesar de esta voluntad colectiva, aún queda mucho camino por recorrer, ya que sólo una ínfima parte de los residuos plásticos se exporta para su reciclaje en el extranjero, al no existir actualmente plantas de reciclaje en las islas. Además, Fiyi se enfrenta al peso de las multinacionales, que influyen en las políticas locales, lo que a veces dificulta la aplicación de los cambios.

Algunas estadísticas subrayan la magnitud del reto: un turista genera siete veces más residuos que un fiyiano, mientras que la famosa empresa Fiji Water, una de las principales fuentes de exportación del país, importa sus botellas de China, toda una ironía medioambiental.

El ecosistema de Fiyi revela un marcado contraste entre su reputación de destino de luna de miel para turistas y los verdaderos retos a los que se enfrentan sus habitantes. Sin embargo, gracias a la implicación del sector turístico, las empresas privadas, los municipios y las asociaciones locales, podría vislumbrarse una unión prometedora. Y no sólo gracias a la determinación compartida de establecer un modelo de reciclaje sostenible, respaldado por el compromiso de numerosos agentes locales e internacionales.



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