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Colombia: surf y solidaridad en Tierra Bomba, Pedro Salazar redefine la esperanza

A diez minutos en lancha de Cartagena se encuentra una diminuta isla llamada Tierra Bomba. Por un lado, los turistas acuden en masa para disfrutar de las playas de arena fina, mientras que, por otro, las comunidades locales viven con muy poco. El contraste es sorprendente. Tras llegar a esta injusta conclusión, Pedro Salazar, vecino de la zona, decidió convertir un antiguo hotel en una fundación que ahora apoya a jóvenes de comunidades desfavorecidas.

La fondation Amigos del Mar

Tras trabajar varios años en el sector turístico, Pedro se dio cuenta de los problemas a los que se enfrentaba su isla natal. Muchos jóvenes han abandonado la escuela como consecuencia de la extrema pobreza y el tráfico de drogas en la comunidad. En 2015 creó la fundación Amigos del Mar en una de las zonas más desfavorecidas de Tierra Bomba. La misión principal de la organización es apoyar a los jóvenes a través del deporte, en este caso el surf. A cambio de clases de surf, los jóvenes que acuden a la fundación prometen volver a la escuela. Pedro quiere demostrarles que, desarrollando una pasión, es posible aferrarse a una vida mejor y no rendirse.

Esto es especialmente cierto en el caso de Luis, de 10 años, que se prepara para volver al colegio: «Debido a circunstancias familiares difíciles, Luis no ha ido a la escuela durante algún tiempo. Gracias a las clases de surf, muy pronto podrá volver al colegio. Hoy ha recogido su uniforme, ¡y está muy orgulloso!» dijo Pedro durante nuestra visita.

El surf, más que un deporte

Además de dar clases de surf a los jóvenes de la comunidad, Pedro ha desarrollado un proyecto conjunto para abordar el problema de los residuos plásticos en Tierra Bomba. En concreto, ha adquirido una prensa de inyección de plástico para fabricar aletas de surf a partir del plástico recogido en la isla. El resultado es un producto único fabricado íntegramente con materiales reciclados.

Plástico a cambio de objetos útiles

También implica y sensibiliza a los jóvenes mediante un sistema de cambio de moneda llamado «mangles». 10 kg de tapones de plástico recogidos equivalen a 50.000 «mangles», con los que se pueden comprar electrodomésticos usados a la fundación. De este modo, la comunidad tiene un interés económico en recoger los residuos de la isla.

Imagen que muestra los jacuzzis del hotel, reconvertidos para recoger los tapones de plástico con los que se fabrican las aletas de surf.

Una fuente de inspiración

Pedro no tiene intención de detenerse ahí, ya que constantemente se le ocurren nuevas ideas para proyectos inspiradores, incluida la creación de bandoleras que están creando puestos de trabajo para muchas costureras de la isla. El modelo de Pedro es un ejemplo perfecto de desarrollo sostenible, ya que los proyectos que crea animan a la gente a implicarse y mejorar las condiciones de vida de la comunidad.

Para saber más sobre el proyecto, visite el sitio web de Amigos del Mar.



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